FRANCISCO BLANES

 

FRANCISCO BLANES

 

INFANCIA

A todos nos marca nuestro nacimiento, sin embargo a mí me marcó también el modo en que lo hice, ya que pude venir al mundo gracias al sacrificio de mi hermana que nació apenas un año antes que yo y que murió a las pocas horas. Este hecho hizo que los médicos pudieran descubrir una dolencia en mi madre que sanaron y, que tiempo después, permitió que yo pudiera venir al mundo sin dificultades.
Yo era inquieto, un poco gamberrete, travieso y curioso, al que le gustaba desmontar los juguetes para descubrir cómo funcionaban. También recuerdo la cara de felicidad de mi padre cuando en los fríos inviernos de Alcoy, nos sacaba a mi hermano pequeño y a mí a jugar y divertirnos con la abundante nieve que por entonces solía caer a menudo.
Esa dicha cambió cuando a la temprana edad de 8 años, entré en el internado de los Jesuitas de Alicante. Fue una experiencia muy dura de digerir para alguien con tan escasa edad y también muy dura por el régimen disciplinario que allí se seguía. Suelo decir que la “mili” (que años después hice), fue un camino de rosas en comparación con la disciplina y alimentación que existía en los Jesuitas.
Tardé muchos años en comprender que mis padres solo buscaban la mejor formación y cultura que pudiera existir para mí, y esa por aquel entonces, ellos entendieron que la que proporcionaban los jesuitas. Esos años me ayudaron a desarrollar la creatividad e imaginación, la escucha y la observación, la capacidad de reflexión, así como un espíritu curioso e inconformista.

JUVENTUD

Cuando salgo de los Jesuitas –ya en la adolescencia- empiezo a disfrutar con los estudios, y en concreto con asignaturas de corte humanista: Filosofía, Historia, Literatura…. con las cuales conecto y me dan respuesta a varias de las numerosas cuestiones esenciales que en esa etapa de la vida me planteaba. Empiezo a disfrutar con los juegos de equipo a través de los cuales, forjo relaciones intensas con los amigos.
Vivo una experiencia muy traumática con la muerte súbita de mi novia con la cual mantenía una relación duradera. Ese hecho marcó un antes y un después en mí. Todo mi mundo se desmoronó, para mí no tenía ningún sentido tanto lo que había sucedido como lo que me estaba sucediendo, desarrollé una rebeldía e inconformismo todavía mayor, y sobre todo, me sentí muy solo ya que nadie supo o pudo acompañarme en ese duelo.
Pero también es cierto que tuve un aprendizaje mayúsculo: La vida no es ni lógica ni justa, no depende de nosotros y en cualquier momento todo puede cambiar y, que ante eso, solo te queda rehacerte y tirar para adelante, y eso nadie lo puede hacer por ti.
Fui madurando y creciendo entre dos sentimientos encontrados, por una parte sintiéndome orgulloso de estudiar y hacer lo lo que se esperaba de mí como “heredero”, (de ahí que estudiara la Ingeniería Tec. Industrial, formación que nunca ejercí como tal en mi periplo profesional), y por otra, viviendo en la inconformidad ante el estatus establecido.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

Mi desarrollo profesional abarca una primera etapa en donde crezco (profesionalmente hablando) en el entorno de la empresa familiar, y en donde represento a la 4ª generación. En ese contexto aprendo a asumir responsabilidades, a lidiar con los usos y costumbres de la familia, a desarrollar el pensamiento estratégico, a hacerme con un saber hacer y estar, a viajar a lo largo y ancho del mundo y a conocer y desenvolverme con diferentes culturas y formas de pensar. Aprendí también que con determinación y constancia, podía implantar poco a poco, un modelo profesionalizado en la empresa, siempre apoyado e impulsado por mi padre.
Cuando esa aventura profesional finalizó, me trasladé de ciudad y empecé la etapa de “trabajador por cuenta ajena”, en donde el valor añadido lo aportaba no tanto por el apellido, sino por mi saber hacer, descubriendo cuánta razón tenía mi amigo José Carbonell cuando ya me advirtió años antes de que mi verdadera valía afloraría cuando abandonara el influjo familiar.
Fueron unos largos años de auténtico disfrute trabajando en varias y reconocidas empresas, en donde me sentí (en comparación con la etapa anterior), profundamente valorado, haciendo que los logros profesionales incrementaran en mucho, mi autoestima.
Posteriormente y gracias a un buen cliente (Aidima) con el que colaboraba regularmente, y a unas excelentes personas (María José Llaudes y Rosa Igual) que trabajaban en él, empecé a trabajar por cuenta propia para la Unión Europea en un proyecto de reorganización industrial en Ucrania, lo que supuso para mi un desafío de adaptación a una cultura y una forma de pensar y actuar –profesionalmente hablando- totalmente distintas y a su vez, me hizo descubrir que el poder ayudar a los demás a través de la experiencia adquirida en los más de 20 años de rodadura como profesional, tenía para mí una nueva razón de ser, fundando pocos meses después, mi propia empresa de consultoría organizacional (QB Consultores) la cual pervive 20 años después, y a través de la cual, he podido ayudar y colaborar con multitud de empresas en su desarrollo, aprendiendo también con ellos y de las situaciones vividas, y sobre todo, he aprendido que para disfrutar, en ocasiones, hay que saber sufrir.

ESCRITOR

Durante todo este tiempo no he dejado de lado algo que desde mi más tierna juventud he ido practicando: LA ESCRITURA.
Para mi ella siempre ha sido un lugar donde en ocasiones, me he refugiado para, a través de la misma, poder descubrirme y ponerme en paz conmigo mismo. Siempre ha sido el vehículo a través del cual he podido expresarme, poner en orden mis emociones, experimentando en toda su dimensión las situaciones vividas y así, un largo etcétera.
Llegó un momento en el que también me sirvió para reflejar mis pensamientos y convicciones alrededor del mundo empresarial, publicando numerosos artículos acerca siempre de temas relacionados con el comportamiento humano en las organizaciones, dando lugar a esta nueva faceta que se abre en mi vida.

INFANCIA

A todos nos marca nuestro nacimiento, sin embargo a mí me marcó también el modo en que lo hice, ya que pude venir al mundo gracias al sacrificio de mi hermana que nació apenas un año antes que yo y que murió a las pocas horas. Este hecho hizo que los médicos pudieran descubrir una dolencia en mi madre que sanaron y, que tiempo después, permitió que yo pudiera venir al mundo sin dificultades.
Yo era inquieto, un poco gamberrete, travieso y curioso, al que le gustaba desmontar los juguetes para descubrir cómo funcionaban. También recuerdo la cara de felicidad de mi padre cuando en los fríos inviernos de Alcoy, nos sacaba a mi hermano pequeño y a mí a jugar y divertirnos con la abundante nieve que por entonces solía caer a menudo.
Esa dicha cambió cuando a la temprana edad de 8 años, entré en el internado de los Jesuitas de Alicante. Fue una experiencia muy dura de digerir para alguien con tan escasa edad y también muy dura por el régimen disciplinario que allí se seguía. Suelo decir que la “mili” (que años después hice), fue un camino de rosas en comparación con la disciplina y alimentación que existía en los Jesuitas.
Tardé muchos años en comprender que mis padres solo buscaban la mejor formación y cultura que pudiera existir para mí, y esa por aquel entonces, ellos entendieron que la que proporcionaban los jesuitas. Esos años me ayudaron a desarrollar la creatividad e imaginación, la escucha y la observación, la capacidad de reflexión, así como un espíritu curioso e inconformista.


JUVENTUD

Cuando salgo de los Jesuitas –ya en la adolescencia- empiezo a disfrutar con los estudios, y en concreto con asignaturas de corte humanista: Filosofía, Historia, Literatura…. con las cuales conecto y me dan respuesta a varias de las numerosas cuestiones esenciales que en esa etapa de la vida me planteaba. Empiezo a disfrutar con los juegos de equipo a través de los cuales, forjo relaciones intensas con los amigos.
Vivo una experiencia muy traumática con la muerte súbita de mi novia con la cual mantenía una relación duradera. Ese hecho marcó un antes y un después en mí. Todo mi mundo se desmoronó, para mí no tenía ningún sentido tanto lo que había sucedido como lo que me estaba sucediendo, desarrollé una rebeldía e inconformismo todavía mayor, y sobre todo, me sentí muy solo ya que nadie supo o pudo acompañarme en ese duelo.
Pero también es cierto que tuve un aprendizaje mayúsculo: La vida no es ni lógica ni justa, no depende de nosotros y en cualquier momento todo puede cambiar y, que ante eso, solo te queda rehacerte y tirar para adelante, y eso nadie lo puede hacer por ti.
Fui madurando y creciendo entre dos sentimientos encontrados, por una parte sintiéndome orgulloso de estudiar y hacero lo que se esperaba de mí como “heredero”, (de ahí que estudiara la Ingeniería Tec. Industrial, formación que nunca ejercí como tal en mi periplo profesional), y por otra, viviendo en la inconformidad ante el estatus establecido.


TRAYECTORIA PROFESIONAL

Mi desarrollo profesional abarca una primera etapa en donde crezco (profesionalmente hablando) en el entorno de la empresa familiar, y en donde represento a la 4ª generación. En ese contexto aprendo a asumir responsabilidades, a lidiar con los usos y costumbres de la familia, a desarrollar el pensamiento estratégico, a hacerme con un saber hacer y estar, a viajar a lo largo y ancho del mundo y a conocer y desenvolverme con diferentes culturas y formas de pensar. Aprendí también que con determinación y constancia, pude implantar poco a poco, un modelo profesionalizado en la empresa, siempre apoyado e impulsado por mi padre.
Cuando esa aventura profesional finalizó, me trasladé de ciudad y empecé la etapa de “trabajador por cuenta ajena”, en donde el valor añadido lo aportaba no tanto por el apellido, sino por mi saber hacer, descubriendo cuánta razón tenía mi amigo José Carbonell cuando ya me advirtió años antes de que mi verdadera valía afloraría cuando abandonara el influjo familiar.
Fueron unos largos años de auténtico disfrute trabajando en varias y reconocidas empresas, en donde me sentí (en comparación con la etapa anterior), profundamente valorado, haciendo que los logros profesionales incrementaran en mucho, mi autoestima.
Posteriormente y gracias a un buen cliente (Aidima) con el que colaboraba regularmente, y a unas excelentes personas (María José Llaudes y Rosa Igual) que trabajaban en él, empecé a trabajar por cuenta propia para la Unión Europea en un proyecto de reorganización industrial en Ucrania, lo que supuso para mi un desafío de adaptación a una cultura y una forma de pensar y actuar –profesionalmente hablando- totalmente distintas y a su vez, me hizo descubrir que el poder ayudar a los demás a través de la experiencia adquirida en los más de 20 de rodadura como profesional, tenía para mí una nueva razón de ser, fundando pocos meses después, mi propia empresa de consultoría organizacional (QB Consultores) la cual pervive hoy en día y a través de la cual, he podido ayudar y colaborar con multitud de empresas en su desarrollo, aprendiendo también con ellos y de las situaciones vividas, y sobre todo, he aprendido que para disfrutar, en ocasiones, hay que saber sufrir.






ESCRITOR

Durante todo este tiempo no he dejado de lado algo que desde mi más tierna juventud he ido practicando: LA ESCRITURA.
Para mi ella siempre ha sido un lugar donde en ocasiones, me he refugiado para, a través de la misma, poder descubrirme y ponerme en paz conmigo mismo. Siempre ha sido el vehículo a través del cual he podido expresarme, poner en orden mis emociones, experimentando en toda su dimensión las situaciones vividas y así, un largo etcétera.
Llegó un momento en el que también me sirvió para reflejar mis pensamientos y convicciones alrededor del mundo empresarial, publicando numerosos artículos acerca siempre de temas relacionados con el comportamiento humano en las organizaciones, dando lugar a esta nueva facetaque se abre en mi vida.

"A todos nos marca nuestro nacimiento, sin embargo a mí me marcó también el modo en que lo hice."

FRANCISCO BLANES